jueves, 9 de julio de 2009

¡Cierren las fronteras ya! ¡Hay pandemia!

¡Por qué negarlo! El acento porteño, vocablos únicos como “che”, “boludo”, “taqueteparió”, “me cachendié”, no nos fueron indiferentes a quienes nos criamos en Buenos Aires. Quizá por eso al oír los primeros gritos que llegaban desde altamar corrimos hacia la costa a descubrir de dónde provenían. La ruidosa embarcación era sólo un punto en el horizonte, pero las voces, amplificadas por la atmósfera marina, llegaban a nuestros oídos con increíble nitidez, que “flaco” tal cosa, que “chabón” tal otra, que “fiera” de aquí, que “turbina” de allá. Seguimos la trayectoria de la nave desde la playa pero pudo más la curiosidad: montando dos fornidas morsas, las Directoras de esta Revista, escoltadas por el guardaespaldas Ullrico Ludwig Von Schlutter, nos hicimos a la mar para abordar la ignota nave.

-¡Uh, qué flash, boludo! ¡Me comí que venían dos sirenas y Poseidón!- dijo un barbudo pipa en mano, acodado en la baranda, tras lo cual la tripulación en pleno se asomó a vernos llegar.
Ullrico, rápido de reflejos como pocos, dio un triple salto sobre su morsa y colgose del palo mayor. Las Directoras fuimos ayudadas por solidarias manos, y una vez en cubierta contemplamos asombradas a los navegantes que, sin excepción, portaban barbijos cubriendo su bajo rostro. Se nos cruzaron una y mil ideas: ¿Nos visitaban acaso los hijos de La Momia? ¿Se trataba del Coro de Cirujanos “A corazón abierto”? ¿Eran los pasteurizadores de Mastellone? ¿Un grupo de padres buscando la nursery de prematuritos?
-¡Cuál es, che! ¡Es por la gripe, son!- exclamaron al unísono.
Luego de las presentaciones y los apretones de mano, los visitantes elevaron unas petacas de burbujeante alcohol.
-No gracias, no bebo en horas de trabajo- se excusó el responsable Ullry, -y las damas tampoco.
-¡Eepa! ¡Guardaespaldas sí, guardabosque no! ¡Venga un brindis de bienvenida!- nos atajamos nosotras. Grande fue nuestro desconcierto al ver que usaban el exquisito fluido para frotarse las manos.
Sabiendo que se trataba de locos peligrosos saltamos sobre nuestras fieles morsas y a toda velocidad nos dirigimos a la duna 22 a buscar a la Dra. Romero y a alertar a nuestro pueblo todo.

Ya en el Muelle Sur, con los papeles en regla y caverna asignada, el contingente de argentinos solicitó un balde, un trapo de piso y un bidón de lavandina. Don Efraín Garrido Lagunilla, portero de profesión, los proveyó de los implementos echando putas: -¡Hombre, que acabo de limpiar esta caverna, que la he plumereao y franeleao, que está más limpia que la boca de cualquiera de éstos, joder!
Apenas ingresados a la caverna los visitantes se autoexiliaron en su interior, sin abrir la puerta ni para atender los timbrazos de la psiquiatra Romero.
-Evidentemente, se trata de un grupo de maníaco depresivos con tendencia obsesiva, escapados de algún nosocomio metropolitano- declaró sin dudarlo la profesional.

Sin decir agua va y sin escalas desde Puerto Madero, llegó el yate privado del Dr. Panderette y su equipo de proctólogos, todos de elegante guante quirúrgico y barbijo con logo, al desgarrador grito de -¡Cierren las fronteras ya! ¡¡Hay pandemia!!
Demasiado tarde. Ya eran cinco las naves que se agolpaban en el muelle isleño, buscando en este paraíso la ansiada y escurridiza calma.
Los miembros del equipo de Puerto Madero no paraban de descargar cajas y de repartir entre los curiosos que se autoconvocaban el “Pande-kit”: un barbijo, alcohol en gel, un folleto médico, un blister de retrovirales, jarabe para la tos, un respirador artificial y un gripetest. Un porteño gritó: -¡Che! ¡Barbijos gratis! ¡Vení Cacho, agarrá lo que te den, que los vendemos en el Obelisco y nos llenamos de guita!- e inmediatamente se agotó el estoc con el que el proctólogo había previsto cubrir las necesidades isleñas durante todo 2009. Mientras tanto el Doctor Panderette ya había conformado el “Comité de Crisis Gripal”, integrado por la Dra. Romero, la venerable Luanda Lomé, el Dr. Enrique Rosén y el Par de Forenses Isleños. El mismo se encuentra desde hace horas reunido en el yate de Panderette, evaluando los primeros casos de gripe isleña.
Ampliaremos.

Las Sritas. Directoras de AQLM



Momento en que el yate de galenos arriba a nuestra costa. Véase al doctor Panderette, de ambo gris, y a su equipo descargando cajas de “Pande-kit”.

6 comentarios:

Carolina Agostino dijo...

Hoy paso a mi lado una enfermera de la cruz roja tarareando el himno de la Unión Sovietica. ¿alguién vió a Dimitri? ¿alguién sabe en que anda?, y cuando le grité: "Dimi, esperame" salió corriendo... quiero suponer que no me está investigando a mí, o estamos todos locos!!!!!

Psiq. Romero dijo...

estamos todos locos

Camarada Dimitri Karrposoff - Espionaje Interno de "Agarrame que lo mato" dijo...

afirrmativo

un abrrrazo clandestino

Viviana dijo...

Dimi, estás siguiendo a Carolina???? Pero que está pasando acá??? Para quienes estas trabajando? Chicas, tengan cuidado, porque estos del espionaje, por guita hacen cualquier cosa, y si nos mintió todo el tiempo??? O no leyeron de la tipa esa que se hacía llamar Africa y espiaba a los Uruguayos??? Ni el marido sabía!!! Se hacia la costurera, y abajo de la Singer tenía un arsenal de microfonos...

Vera dijo...

vivi... te lo digo como amiga y compañera de caverna y redacción... me parece que Dimitri no te merece, vos estás para más.

Viviana dijo...

Gracias, Vera... muchas gracias...